Hoy les quiero dejar una nota que a cumplió 10 años hace unos dias apenas.Es sobre Victoria Abril y Suarez , salió el Jueves 11 de Noviembre de 1999 en el suplemento suplemento joven de Pagina/12.
Si los noventa serán vistos como los años de la monarquía futbolera en el rock argentino, debería guardarse un lugar para otra manera de concebir eso. Dos bandas que circulan plácidamente por los márgenes de la industria rockera de masas, se hacen escuchar. Y con algo más que las canciones.
Julián: –Es un disco sin metáfora. Es muy probable que si escuchás a una banda pop de los noventa, con una chica que canta, estén diciendo “la luna, el sol, los planetas”. Nuestro disco, cuando habla de la luna, dice “la luna está en la esquina”. La luna es repoética, todo lo que quieras, pero está en la esquina, al lado del almacén. Es muy importante que alguien te deslumbre con cosas tan simples, que a su vez te disparan hacia mil lugares. Que cada uno vuele hacia donde quiera.
–¿Qué opinan de la fama de vanguardistas que les hicieron algunos?
Julián: –Yo ni me animo a nombrar esa palabra. Nuestra cualidad es que no necesitamos mirar lo que pasa afuera. Tenemos nuestro propio universo.
Miguel: –Creo que dicen “vanguardia” porque no saben qué decir.
Julián: –Siendo los Victoria Abril, a veces llegamos a un lugar y nos presentan con pintores, artistas y demás. Y no vemos a nadie muy interesante. No estamos muy orgullosos de lo que pasa a nuestro alrededor. Y de ser Victoria Abril sí estamos muy contentos.
–¿Entonces, qué son, exactamente?
–Pienso en toda la tradición que tiene la cultura rock. El otro día escuché decir a Courtney Love que en los sesenta había buen punk rock, con los Sonics. El punk rock se inventó en el ‘77, pero existió desde mucho antes. En los ochenta hubo punk, en los noventa hubo punk, y en el 2000 va a haber punk. Lo mismo pasa con el glam, y la música electrónica. Esos elementos estuvieron siempre y después adquieren una denominación.
Miguel: –En un momento el punk ya no se sabe qué es, se pierde en otra cosa.
Julián: –Claro. Offspring no es punk: usa todo los clichés del punk rock, pero es una mierda. Suenan blandos, feos, hablan boludeces, se visten mal. ¿Vos también te podés llamar punk? ¿Y Johnny Rotten qué hizo, man? Nosotros nos sentimos punks. Somos un grupo punk. En nuestro disco no vas a escuchar una guitarra tipo Steve Jones, tampoco van a estar Joe Strummer ni los Damned. Pero los queremos mucho a todos ellos.
Adrogué Sound Machine
”¿Jóvenes bohemios y sensibles o drogadictos vagos e indefensos? Lo curioso de los jóvenes sensibles (JS) es que todos ellos son apasionantes. Inteligentes o simples; lentos o rápidos; lindos o feos, ellos son siempre jóvenes y siempre sensibles. Y siempre (casi siempre) son de Adrogué.” El manifiesto/epitafio de la banda local Perdedores Pop, bautizado Tiempo de jóvenes-Los perdedores usan drogas, incluía un texto –”Los Jóvenes Sensibles”– que empezaba con esta hipótesis. El pequeño ensayo firmado por los hermanos Santiago y Esteban Rial describía el estereotipo de la generación pop de Adrogué, un barrio de cuento de hadas en el tumulto del sur bonaerense.
“Si Adrogué fuera Liverpool, no hace falta que te diga quiénes seríamos nosotros”, dice Julián Della Paolera cuando se le pregunta si existe una identidad artística del barrio. “No creo que haya una escena. Si hay no la conozco del todo. Vas caminando por la calle y escuchás una batería y una guitarra en el fondo, pero...”
La Nueva Flor, la banda antecesora de Victoria Abril, editó un disco que sintetiza ese perfil del joven sensible, abúlico, irónico y esteta. Una foto incluida en el librito del álbum muestra a los cuatro músicos jugando al tenis, riendo o mirando para otra parte, según el caso. Entonces Miguel Castro vivía con María Fernanda Aldana, bajista de El Otro Yo, y Julián ejercía el liderazgo. Antes de desaparecer, grabaron dos canciones para el compilado Lady Radio, producido por Estupendo. Después echaron al bajista Fernando Isely, Julián “Bochito” Egozcue lo reemplazó, y se convirtieron en Victoria Abril.
Pero aparte de la promesa alternativa, algunas otras bandas de la zona intentan el despegue. Muchos aparecieron en Cancion-es-pop, el último compilado de Indice Virgen. Adrián Paoletti es uno de los fundacionales. Choque Generacional es otro caso registrado por el sello de Sebastián Carreras. Ahí tocaba Egozcue, pero en verdad es el dúo de Matías Naso y Sofía Zampini, hermana de Bárbara, la novia de Dee Dee Ramone. Esteban Castell ya puede contarse entre los hijos ilustres de Adrogué. La separación de Perdedores Pop derivó en dos nuevas formaciones: Esteban R. Esteban, y Santi Amor & The Champions. Algunos más: Flor de un día, un grupo de chicas bien de Adrogué; Viernes, el proyecto de Leandro Riccieri –ex baterista de Paoletti–, y Very Well, un típico caso de talento a la deriva. Los dos últimos participarán de un compilado producido por Pity, personaje conocido del barrio y solista en el proyecto El Círculo de los Paraísos (estará en el disco también, como Santi Amor y algunos más todavía no confirmados). Por ahora el compilado está en la etapa de preproducción.
“No hay un clima demasiado artístico en la calle”, observa a pesar de todo Della Paolera. “Las cosas no están bien y aunque este no sea el barrio con más delincuencia, la hay. Así que cada vez salimos menos. Y eso tal vez influya en nuestro próximo disco: el encierro, la inseguridad, la violencia.” ¿Será el pop de Ruckauf-Rico-Patti, el que viene?
Sentados a la mesa de un bar del centro, bajista y cantante hablan acerca de la evolución de Suárez y la búsqueda de un sonido más “contundente”. La chica recuerda el resultado de los primeros discos, y ese amateurismo más o menos intencional. “Algunos nos decían ‘me gustan los temas, pero el registro no es bueno’. Creo que es necesario aclarar que los discos anteriores los grabamos con mucho esmero: hicimos masterizados intensos, en buenos estudios. Siempre nos dedicamos para que quedaran lo mejor posible. En este caso dimos un paso adelante, aunque la foto sigue siendo la misma. Tal vez todavía está fuera de foco, pero la impresión es mejor. Hacia eso apuntamos”. Las excursiones al país de la canción sencilla de Suárez son odas al río, la orilla, el viento y la niebla matinal. Desde la extraña foto de tapa (algunos cuerpos arropados con mantas rojas jugando con una pelota de fútbol y unos aros en la playa), el disco es todo sol y optimismo, a pesar de la melancolía que es marca registrada de la banda.
–¿Qué cosas ven que cambiaron a su alrededor en estos casi diez años de existencia?
Fabio: –Se me ocurre que, cuando empezamos, era todavía más difícil canalizar las energías del grupo. No existía el compact disc y hacer un disco era muy complicado. Las crisis económicas hacían que escaseara el vinilo, y había que esperar que las compañías se interesaran por lo tuyo. Ahora la salida de un grupo es más fluida: lo podés autogestionar, o ir a buscar a alguno de los sellos independientes que existen. A finales de los ochenta había más lugares para tocar, pero creció la posibilidad de editar, de darse a conocer.
–¿Creen que pertenecen a cierta escena del rock argentino de esta década?
Rosario: –Empezamos justo en el ‘90, así que creo que, por un lado, hay una contemporaneidad con las personas con que compartimos este tiempo. El supuesto recambio. Hay algo en común, que no sé exactamente qué. Tal vez sea un sello de época que distinguiremos más adelante, en cinco años. Al mismo tiempo, esta década fue de una gran diversidad. Si bien siempre se trata de hacer dos bandos de todo, creo que en estos años aparecieron grupos que eligieron múltiples caminos, y eso se mantiene hasta hoy. Eso se ve a primera vista. No veo dos únicas tendencias, sino más bien muchos caminos que se bifurcan. De todas maneras hay cosas que se contagian, ecos de época, incluso en las bandas más disímiles. En cosas que podrían parecer opuestas, hay giros melódicos que remiten al otro bando. Y eso creo que hace a la identidad supuesta del rock nacional de este tiempo.
–¿Cómo fueron todos estos años de independencia? ¿Lo cambiarían por algo?
Fabio: –En realidad, somos independientes de hecho. Nunca hicimos ningún manifiesto de la independencia ni defendimos eso. Tampoco somos un grupo que crea, como creen otros, que ser independiente implica cierta visión sobre las compañías discográficas: que engañan a la gente vendiéndole porquerías y no le dan bola a lo que verdaderamente pasa. Personalmente, creo que no es así. Todo convive, y no tenemos absolutamente ningún rechazo con ninguna compañía, ni estamos abrazados ideológicamente a la independencia. Estamos en esto porque es lo que más nos conviene. Hasta ahora nunca una compañía nos ofreció nada, realmente. Entramos en el camino que nos parecía más conveniente. No tenemos ningún plan al respecto. Quizá seamos independientes siempre, no lo sé, pero dependerá de los hechos. No creo en la inteligencia estética del rockero independiente que piensa que todo a lo que apuesta un sello grande es una porquería. Así funcionan las cosas. Quizás el problema acá sea que el mercado es demasiado chico, y no hay muchas apuestas. Tienden a ser cautelosas, conservadoras. Pero si fuera el dueño de una, creo que haría lo mismo. Si fuera ejecutivo de un sello, no sé si saldría a contratar a Paoletti, Suárez o El Otro Yo. De alguna forma, los independientes hacemos lo mismo: todos queremos vender nuestros discos.
Rosario: –Si lo independiente nos permite seguir creciendo, adelante. Si se vuelve un problema, no vamos a estar atados. Hay algo seguro: la música es lo principal.
TEXTOS: PABLO PLOTKIN
FOTOS: TAMARA PINCO
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